Mi experiencia de Porteo, por Cristóbal Alarcón
Hace unos días le escribí un comentario a Criemos, en el cual le manifesté mi opinión referida al porteo y la supuesta “dependencia” que esta actividad podría generar en los bebés. A raíz de esto, me invitó amablemente a contar mi experiencia como papá porteador, mencionar que no soy profesional de la salud ni experto en porteo, solo soy un padre involucrado en la crianza de una maravillosa niña de 8 meses, llamada Matilde.
Aprecié mucho esta invitación, pues creo que es importante visibilizar las experiencias de los papás en estos temas y otros referidos a la crianza de nuestros hijos, pues cada día somos más los que participamos activamente y estamos muy interesados en aprender y cumplir con nuestro rol, a la par y de la mano de mamá. Actualmente formo parte de una tribu de padres, creada por otro papá, y es super gratificante poder compartir experiencias, aprender de las vivencias de los otros y conversar de cómo vivimos nuestra paternidad, en la cual también existen miedos, emociones a flor de piel, expectativas, dudas, etc.
Espero se entienda que en este comentario surge desde mi experiencia y punto de vista, sin dejar fuera a Paula, pues desde un comienzo hemos decidido juntos por la crianza de nuestra hija.
En primer lugar, quisiera mencionar lo esencial del concepto y cómo llegamos al porteo. En cuanto al concepto, en palabras simples, entiendo que consiste en llevar o transportar a nuestros hijos de un lugar a otro, eso quiere decir que cada vez que tomo a mi hija en brazos y la paseo, la estoy porteando. En cuanto a cómo llegamos al porteo, con Paula desde hace algunos años practicamos senderismo y para nosotros desde un comienzo fue importante incluir a nuestra hija en estas actividades al aire libre, por lo tanto, era fundamental contar con algún elemento que nos permitiera cargarla de manera segura y llevarla con libertad a cualquier lugar, pero con el tiempo fuimos descubriendo los múltiples beneficios de un buen porteo, que van mucho más allá del solo hecho de transportarla en una mochila.
Gracias a Paula, seguidora de @bienporteado y @criemos, conocimos el porteo ergonómico y fue así como a nuestras manos llegó el primer fular, el cual compramos a una pyme de Concepción y posteriormente, una mochila evolutiva Etapa 2 que compramos a Criemos.
En cuanto a las primeras experiencias porteando con fular, debo ser sincero y no fue perfecto el primer día, quizás tampoco lo fue el segundo ni el tercero, pero esto no tuvonada que ver con el fular en sí (si tuviéramos que volver a tomar la decisión, volveríamos a elegir fular para partir), pienso que todo tuvo que ver más bien con un proceso interno, es el enfrentarse por primera vez a esta tela que mide casi 5 m de longitud, la cual debes ir anudando y ajustando de tal forma que te permita contener al bebe, era imposible no ponerse nervioso, pero a medida que fui adquiriendo la confianza le pude transmitir esa tranquilidad a mi hija y comenzar a disfrutar de esas caminatas de verano por el campus de la Universidad de Concepción. Lo mismo ocurrió al momento de utilizar por primera vez la mochila ergonómica, siempre están las dudas de si estás haciéndolo de la forma correcta, las dudas invadían mi mente: ¿la estaré apretando mucho contra mi cuerpo?,¿tendrá calor?, ¿se sentirá incómoda?, en fin, muchas dudas que con el paso del tiempo y la experiencia se van disipando. En todo este proceso siempre acompañado y apoyado por Paula. Finalmente, lo que partió con la intención de vivir aventuras al aire libre, terminó transformándose en una herramienta fundamental en pandemia, otorgándonos beneficios mutuos, tanto a nosotros como padres y a ella como bebé, pues cuando ha sido necesario, la acomodamos en su mochila y al mismo tiempo que fortalecemos el apego, tenemos la autonomía para hacer algunas cosas en la casa, cada vez que lo hacemos percibimos que ella siempre ha estado feliz de verse incluida en estas actividades, para ella todo es novedad y disfruta junto a nosotros.
La mochila de porteo es nuestra gran aliada, pues es mi método para lograr que duerma sus siestas, llegando a un sueño profundo y reparador, siestas tan necesarias para su desarrollo, además de disfrutar de ese contacto tan necesario, sentir su respiración y su olor adictivo de bebé.
En cuanto a la supuesta “dependencia” de los bebés, es un tema que hemos reflexionado e investigado bastante como familia. Es imposible que un bebé durante los primeros años de su vida no sea dependiente de sus padres, no puedo asignarle un significado negativo a la dependencia, ni menos utilizarlo como argumento para justificar el dejar de atender sus necesidades. Siempre hablamos con Paula que la crianza es un acto muy instintivo y animal y que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo, la sociedad nos ha ido transformando en seres individualistas, normalizando que nuestras bebés deben ser tempranamente independientes, podría asegurar que muchos de nosotros fuimos criados así, también lo fueron nuestros padres, abuelos y algunas generaciones anteriores. Pero no puedo juzgarlos, pues al igual que como yo trato de hacerlo ahora, ellos en su momento hicieron lo mejor que pudieron con la información y las herramientas que tenían a su alcance y
probablemente también recibieron frases como: “no lo tomes tanto que se va a acostumbrar a los brazos”, “déjalo llorar un poquito”, “te está manipulando” o de frentón “lo harás dependiente y no te dejará hacer nada”.
Quizás también por mucho tiempo creí que esa era una verdad, hasta que nació mi hija y me motivé a leer mucho de crianza y pude ir comprendiendo ciertas cosas que vienen a romper con las frases tan comúnmente escuchadas y que aún están muy presentes y que poco a poco debemos ir eliminando.
Con la lectura pude entender que mi hija no llora para manipularme, es probable y es casi seguro que algo le pasa (pañal sucio, calor, frío, dolencia, etc.) o que cuando estira los brazos para que la tome no es que esté acostumbrada a los brazos, es por su necesidad de apego, de recibir amor, contención o simplemente para explorar, pues como aun no gatea, hay cosas que no están a su alcance y actúo como su medio de transporte para llegar al lugar que llama su atención, generalmente las figuras que decoran las paredes y las plantas, a las cuales ya les ha sacado más de una hoja. Y no es que siempre necesite estar en brazos, hay momentos en los que disfruta jugando en su alfombra, dando vueltas y explorando con sus manos, pies y boca todo lo que pueda tomar, siempre acompañada por uno de nosotros.
Quizás con el paso del tiempo se descubrirá que hay otras formas de criar, que superarán lo que nosotros estamos haciendo, al igual como le pasó a nuestros padres, pero me da un cierto grado de tranquilidad, dentro de todas las dudas que tenemos a diario, que estamos esforzándonos por hacerlo cada día mejor. Esto no es fácil ni perfecto, nada lo es, pues hay días y momentos agotadores, en los cuales todo lo que uno ha leído y tratado de interiorizar se ve superado, todo ha sido y seguirá siendo un trabajo diario.
Cuando hablamos de dependencia como algo negativo para nosotros y nuestros hijos, es bueno mirar un poco el comportamiento del reino animal, creo que tenemos mucho que aprender. Ver como los padres acompañan a sus crías los primeros meses o años de vida, hasta que estos se encuentren preparados para enfrentar por sí solos el ambiente hostil que les rodea, aprendiendo todo de las conductas de sus padres (soy fanático de los
documentales de animales). Para mí funciona tal cual, en nuestro caso, nuestra hija depende 100% de nosotros, somos los encargados de entregarle amor, contención, enseñanzas, juegos, alimentarla, cambiarle sus pañales, bañarla, portearla, acompañarla en la exploración constante del mundo que la rodea, entre tantas otras necesidades básicas que deben ser atendidas en un bebé. El hecho de responder a estas necesidades no hará a mi hija más dependiente, creo que es todo lo contrario, el día de mañana tendrá más
herramientas que le permitirán desenvolverse con mayor seguridad, pues la hemos acompañado y guiado en sus primeros pasos.
Aún nos queda muchísimo camino por recorrer, llevamos pocos meses en la senda de la paternidad, tenemos mucho más por aprender, experiencias por vivir y errores por cometer, pues, aunque uno trate de minimizarlos, ya nos hemos equivocado y de seguro involuntariamente lo volveremos a hacer.
Para cerrar mi extenso comentario, quisiera agradecer la oportunidad a Andrea, la cara visible de Criemos (sé que detrás de ella hay un equipo que da vida a este proyecto), creo que es importante generar instancias como ésta, pues me pasa mucho que las cuentas de crianza que sigo en IG siempre están dirigidas a mamás, cuando son temas que no son netamente de la madre o el padre, pues ambos los podemos llevar a cabo o simplemente manejar la información (porteo, alimentación, cuidados del bebé, lactancia, parto, etc.). Y el mayor agradecimiento es para Paula y nuestra hija por permitirme vivir esta maravillosa experiencia de ser padre.
Fomentemos el porteo ergonómico, el apego, la crianza respetuosa, el respeto por lo que otros deciden para sus hijos…
La Imagen adjunta es de nuestro primer campamento y senderismo, Matilde tenía casi 4 meses y fue la primera vez que usé la mochila (espero lo haya hecho bien en ese momento), la foto fue tomada en el Parque Nacional Conguillío en febrero de 2020.
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